La obesidad, la diabetes tipo 2 y el síndrome metabólico, todos los cuales se han elevado a niveles epidémicos en los últimos años, están relacionados con el cáncer de páncreas.
Por Jane E. Brody
Como ávida lectora de obituarios que soy, me ha sorprendido la cantidad de personas que hoy en día sucumben al cáncer de páncreas, un cáncer que durante mucho tiempo se consideró como poco común.
Y en términos relativos, sigue siendo poco frecuente, ya que representa apenas el tres por ciento de todos los cánceres. Pero también es una de las más mortíferas porque los síntomas casi nunca se desarrollan hasta que la enfermedad está avanzada y es incurable.
Aunque se espera que 55,440 casos, que afectan a 29,200 hombres y 26,240 mujeres, sean diagnosticados este año en los Estados Unidos, desafortunadamente 44,330 personas morirán de ello, a menudo dentro de los siguientes meses del diagnóstico, convirtiéndose esta enfermedad en la cuarta causa principal de muertes por cáncer en este país (después del cáncer de pulmón, colorrectal y de mama). Además, está en camino de convertirse en el segundo cáncer más mortal para 2030.
Al mismo tiempo, los casos de cáncer de páncreas están aumentando, a pesar de que el principal factor de riesgo conocido, el tabaquismo, ha estado disminuyendo durante décadas. Ese hecho por sí solo ha llevado a los investigadores a buscar explicaciones para otras causas y, se espera, encontrar maneras, además de dejar de fumar, de prevenirlo y detectarlo mientras aún es curable.
En la mayoría de los aproximadamente 6 por ciento de los sobrevivientes de cinco años con la enfermedad, el cáncer de páncreas se descubrió de manera temprana por accidente, por lo general durante una exploración o cirugía por alguna otra razón. Por ejemplo, en 2009, a Ruth Bader Ginsburg, una jueza de la Corte Suprema de Justicia en los Estados Unidos, le extirparon parte del páncreas después de que una tomografía computarizada de rutina, reveló una lesión del tamaño de un centímetro. Aunque esa lesión era benigna, otro tumor más pequeño que el cirujano encontró era maligno y por fortuna aún no se había diseminado más allá del páncreas.
El páncreas es un pequeño órgano glandular de dos partes – de aproximadamente 7 pulgadas de largo y 1.5 pulgadas de ancho – que se encuentra en la parte superior del abdomen detrás del estómago. Desempeña dos funciones vitales. Una parte de la glándula es una fuente de enzimas digestivas y la otra parte produce las hormonas insulina y glucagón que controlan los niveles de glucosa y ácidos grasos en la sangre.
Algunos factores de riesgo conocidos para el cáncer de páncreas están fuera del control de un individuo: la edad avanzada, ser afroamericano o judío asquenazí y tener dos o más parientes de primer grado (padres o hermanos) que han tenido el cáncer.
Pero son los factores de riesgo modificables los que más preocupan en la actualidad. Aparte del tabaquismo, que representa entre 20 y 25 por ciento de los cánceres de páncreas, a pesar de que este factor de riesgo sigue disminuyendo, los principales riesgos de casos y muertes por cáncer de páncreas son la obesidad, la diabetes tipo 2 y el síndrome metabólico, todos los cuales han aumentado a niveles epidémicos en los últimos años.
Los datos recopilados en muchos estudios «muestran claramente una relación con la obesidad», señaló Donghui Li, epidemiólogo molecular del Centro Oncológico M.D. Anderson de Houston. «Cuanto más alta sea el I.M.C. (índice de masa corporal), mayor será el riesgo de cáncer de páncreas», dijo en una entrevista. «La obesidad contribuye a la aparición y progresión de este cáncer.»
El Dr. Li añadió, «La distribución de la grasa también juega un papel – cuanto más alta sea la relación cintura-cadera, mayor será el riesgo». Encontró que el riesgo de cáncer era mayor cuanto más temprano en la vida una persona se volvía obesa, y el tiempo de supervivencia era más corto entre los que todavía eran obesos cuando se diagnosticó el cáncer.
La obesidad es también el principal factor de riesgo para el desarrollo de la diabetes tipo 2, en la que el cuerpo genera resistencia a la acción de la insulina, provocando que el páncreas se vea obligado a producir cada vez más y más de esta hormona. La insulina promueve el crecimiento celular, proporcionando un vínculo entre la diabetes y el desarrollo del cáncer de páncreas.
Sin embargo, la relación es complicada, por decir lo menos. En un informe de 2011 en Carcinogénesis Molecular, el Dr. Li señaló que «la diabetes o la alteración de la tolerancia a la glucosa está presente en el 50 al 80 por ciento de los pacientes de cáncer de páncreas». Dijo que «la diabetes es tanto una causa como una consecuencia del cáncer», aunque a la pregunta ¿que viene primero, la diabetes o el cáncer en el órgano que controla la glucemia? aún no está muy claro.
Un estudio europeo de más de 800,000 personas con diabetes tipo 2, encontró que esta enfermedad a veces es una señal temprana de un cáncer de páncreas oculto.
En estudios realizados en la Clínica Mayo, se detectaron niveles elevados de glucosa, una afección llamada prediabetes, en algunos pacientes dos años antes de que se diagnosticara el cáncer de páncreas. En estos pacientes, explicó el Dr. Li, la diabetes es en realidad un síntoma del cáncer oculto. Es un tipo de diabetes llamada 3C, causada por un páncreas enfermo o dañado, y los investigadores médicos ahora están buscando maneras para que los médicos distingan fácilmente entre la diabetes tipo 3C y la tipo 2.
El tiempo que transcurre entre el desarrollo de la diabetes y el diagnóstico de cáncer es una ventana de oportunidad potencial que podría permitir la detección del cáncer en una etapa temprana y curable, dijo el Dr. Li.
Si se identificó un biomarcador para el cáncer, puede ser posible encontrar cáncer en estos pacientes cuando el tumor es demasiado pequeño para ser visto en una exploración y antes de que se desarrollen los síntomas. Por ejemplo, se puede utilizar un anticuerpo que ataca una molécula en tumores pequeños.
El Dr. Li instó a los médicos a estar alertas ante la posibilidad de cáncer oculto en pacientes recién diagnosticados con diabetes que tienen 50 años o más, no tienen antecedentes familiares de la enfermedad, están bajando de peso y su diabetes no está controlada por la medicación oral.
En general, cuando la diabetes o la prediabetes están presentes durante muchos años antes de que se encuentre el cáncer de páncreas, es probable que la anormalidad del azúcar en la sangre haya jugado un papel en iniciar o promover el crecimiento del cáncer. Cuanto más tiempo tengan los pacientes con diabetes, menor será el riesgo de cáncer, aunque incluso después de 15 años con la enfermedad, el riesgo de cáncer de páncreas es mayor que en las personas sin diabetes.
En menos del 10 por ciento de las personas que tienen cáncer de páncreas familiar, muchos de los cuales están en un registro nacional de tumores del Centro Médico Johns Hopkins, las pruebas genéticas han identificado varios genes asociados con el cáncer que podrían predecir su riesgo de cáncer. Entre más alto sea el riesgo, más frecuentemente se puede hacer una tomografía computarizada para buscar un cáncer relativamente temprano.
El diagnóstico temprano es vital, dijo el Dr. Li, debido a que el cáncer de páncreas es altamente resistente a la mayoría de las terapias y a menudo reaparece después de la cirugía. En la actualidad, apenas 20 por ciento de los cánceres son incluso elegibles para cirugía, dijo. El páncreas está cerca de vasos sanguíneos muy grandes y cuando el tumor los involucra, no se puede extirpar con seguridad.
Un punto positivo para las personas con diabetes: El medicamento metformina, a menudo utilizado por los pacientes para ayudar a controlar el azúcar en la sangre, en algunos estudios se ha asociado con un menor riesgo de cáncer de páncreas y mejores probabilidades de supervivencia para aquellos que desarrollan el cáncer. Este medicamento, que también ha sido vinculado con la longevidad y el envejecimiento saludable, es un genérico barato con un excelente historial de seguridad.
Jane Brody es la columnista de salud personal, cargo que ha ocupado desde 1976. Ha escrito más de una docena de libros incluyendo los más vendidos «Jane Brody’s Nutrition Book» y «Jane Brody’s Good Food Book».
Una versión de este artículo aparece impresa el 23 de julio de 2018 en la página D7 de la edición del New York Times edition con el título: Una tendencia mortal: Aumentan los casos de cáncer de páncreas.